lunes, 11 de setiembre de 2006

El suspiro invisible


Andamos.
Mis pies besan brevemente el rojo páramo que nos rodea.
El camino es amplio y recto a lo lejos. A veces, las amables sombras previenen mis sudores, manteniendo la aridez del suelo.

Me detengo un instante, siento que alguien nos está siguiendo.

Bajan algunas musas a presentar espectáculos: consecuencias desconocidas de actos ignorados. El transitar es ligero, los cuerpos entusiasmados acompañan a melodías conocidas. La lluvia bordeaux que nos humedece ahora acusa la mirada de algunas lunas con persianas. Respiro hondo.

El silencio se produce y alcanzo a identificarlo detrás de mí. Giro y le doy a conocer mi rostro… pero no está. Nunca estuvo.

Trato de regular mi consumo de cigarros. Cuando tiemblan mucho, las escondo en los bolsillos. Decido esquivar algunas ideas.
Las nuevas curvas arrastran ciertos brillos sobre la lente y algunos derrames que suceden juntan pupilas, sonidos de gorriones y tomas tensas. El buzo de lana va sobrando de a poco y dejo de mirar hacia atrás.

Últimamente nos ha vuelto a seguir… cuando volteo ya es arena, la fuga de un pájaro que no pertenece a esa geografía o un viento que resopla por algunos segundos hasta desaparecer misteriosamente.

Alguien atrapó todos los tornados y les tiene capturados en palabras viejas. El perfume fue destilado pero sus vapores aún me indican el camino de vuelta. Mis dosis son balanceadas y racionales.

No recuerdo el último amanecer. Él tampoco lo recuerda. Ahora camina junto a mí pero no me permite acercarme. Cuando miré sus pies la soledad se hizo inmediata. Creo que todo fue un sueño…

Los verdes y los azules siguen perdidos. Solo el rojo tiñe las líneas del paisaje frente a mí, retorciéndose entre las mesetas de papel de otros. Imagino el sonar de esas palabras, liberadas con un desplazo breve hacia el costado. Encuentro la magia que duerme en la cajita de marfil negro, pero no conjuro un mantra que me entregue su vigilia.

Estás ahí, lo sé. Está bien, puedes salir ahora. Envuélveme en tu faja mortuoria y lánzame vivo al mar de los venenos. Por favor, muestra tu aliento. Mi aire no te da el impulso que necesitas y lo que era frente se hizo lateral. Muero hoy… muero ahora… ahí estás…

No se inspira el suspiro.-